Segunda
Sección
Índice
de contenidos
4-
Los nombres de los clubes de fútbol. Buenos Aires 1880 - 1930. (Julio
Frydenberg).
5-
El fenómeno inmigratorio y el fútbol. (Roberto Di Giano).
6-
Agnósticos y creyentes, proletarios y bacanes.
(Osvaldo Bayer).
7-
El nacimiento del fútbol profesional argentino: resultado inesperado
de una huelga de jugadores (Julio Frydenberg).
8- Peronismo
y fútbol. El triunfo sobre Inglaterra en 1953 (Roberto Di Giano).
4-
Los nombres de los clubes de fútbol. Buenos Aires 1880 - 1930.
Julio David Frydenberg (Arg.)
"En contestación
a lo publicado en su periódico por nuestro homónimo sobre el
asunto del nombre, el Independiente F.C. fundado en 1903, ha resuelto la Comisión
Directiva de este club no cambiar por concepto alguno la denominación
adoptada; pero acepta jugar un partido por el nombre, en nuestro field."
(Carta publicada en la sección
deportes del diario "La Argentina" el 8 de junio de 1905)
1. INTRODUCCION
El fútbol llegó a Buenos Aires hacia fines de la década
del `60 del siglo XIX mientras se asistía a la constitución
del Estado y de la Nación Argentina. Desde esa fecha hasta fines de
ese siglo, su práctica fue ejercida dentro de la colonia inglesa, sus
escuelas, sus empresas y en algunos pocos clubes junto con grupos de la élite
criolla local. La llegada del deporte a los sectores populares coincidió
también con un tiempo inaugural: la popularización de la práctica
del fútbol fue simultánea con la formación misma de los
sectores populares modernos en la ciudad.
Los actores y los discursos que competían en los momentos de máximo
apogeo de la oleada fundacional de clubes de fútbol eran desde grupos
anarquistas, sindicalistas revolucionarios y socialistas hasta la nueva tradición
patriótica, elaborada desde el aparato estatal para homogeneizar una
sociedad formada en buena proporción por inmigrantes recién
llegados hasta los grupos nacionalistas y la iglesia.
El fútbol -como práctica convocante de buena parte de los sectores
sociales- fue escenario de la configuración de una amplia gama de fenómenos
y muy especialmente de los que integran el mundo simbólico. El análisis
del perfil con el que se adoptó el fútbol puede ser una vía
para introducirnos en la percepción de los climas vividos en distintos
momentos. A la vez, el mismo fútbol fue generador de hábitos,
sentimientos y valores que conformaron a la propia cultura.
Si observamos el lugar que ocupó (y que ocupa) en la sociedad argentina
a partir de los últimos años del siglo XIX, puede advertirse
la pertinencia del acercamiento al fenómeno del fútbol. En este
sentido vale recalcar el papel cumplido por este deporte en la creación
de lazos identitarios.
La popularización de la práctica futbolística se produjo
durante la primera década del siglo XX, a partir de la fundación
de una gran cantidad de equipos-clubes. El acto original creador de estas
protoinstituciones tensó los espíritus de sus jóvenes
fundadores, y en esa acción nucleante se expresó, en buena proporción,
la carga de sentimientos y valores amasados en la corta experiencia de vida
de esos noveles "footbollers". Esta afirmación se funda en
la base empírica acumulada tanto en esta investigación como
en otras y, consecuentemente, permite sostener que el rastreo de los nombres
elegidos en la escena inaugural puede ser de gran valor heurístico.
Los nombres elegidos al fundar los clubes de fútbol pueden ayudar a
formar una idea más clara de las ideas y sentimientos que movilizaban
a esos jóvenes. Es decir, podría ser una vía de entrada
para testear un universo difícil de asir cuando miramos el pasado.
Su análisis podría brindar algunas pistas acerca de los distintos
recortes identitarios nucleantes, el horizonte mental y emocional de la juventud
porteña a lo largo del tiempo.
Este recorte del objeto de estudio debe entenderse como un aporte, como un
intento de acercamiento a la comprensión de un clima, del ambiente
cercano al de la juventud masculina porteña, que a medida que entramos
en el siglo XX fue abrazando la práctica del fútbol. Ello presenta
un elemento atractivo que vale la pena investigar ya que permite un acercamiento
al fenómeno de la recepción, reelaboración y producción
cultural. En todo caso, su valor reside en que al evaluar los nombres elegidos
al fundar los clubes estamos escuchando la voz diáfana de los jóvenes.
1
En otro trabajo intentamos acercarnos al carácter que tuvo la competencia
dentro del espacio del fútbol aficionado. Este fue en gran medida gobernando
una rivalidad-enemistad asociada a la defensa de lo propio. Los jóvenes
decían ser representantes y defensores de ciertos elementos nucleantes
como por ejemplo la cuadra, la esquina o el vecindario. La presencia de estos
valores en el ambiente de la práctica del fútbol de los sectores
populares incidió a la hora de evaluar el peso relativo que para estos
jóvenes tenía la elección del nombre del club.
Este estudio se ha edificado con la información aportada por dos series
de datos:
· la lista de nombres de clubes que alguna vez pertenecieron al fútbol
oficial a lo largo de los años comprendidos aportando un elemento diacrónico.
La serie abarca un momento y un espacio que contiene a los clubes existentes
desde la aparición del fútbol en los últimos años
de la década de 1860 hasta 1930, en el área metropolitana y
parte de la provincia de Buenos Aires 2. La lista incluye la información
-completa o no- de los clubes (de los que se tiene memoria) que participaron
en la liga oficial. Los datos de los clubes seleccionados son: nombre definitivo,
nombres alternativos que se barajaron a la hora de crearse, fecha de fundación,
fecha de incorporación a la liga, origen social de los fundadores del
club, razón social y lugar de origen. 3
· lista de nombres de clubes de fútbol aficionado en 1907 a
partir de los datos de la sección deportiva del diario "La
Argentina", espacio periodístico utilizado por los nuevos
clubes y ligas independientes para informar sobre el universo de competidores,
desde fundaciones de clubes hasta los desafíos y "fixtures".
Este espacio generado por "La Argentina" abarcó
desde 1903 hasta 1907, de allí que tomamos la información de
esta última fecha por ser el momento de máximo despliegue del
fútbol aficionado 4. Sólo un pequeño porcentaje de éstos
aparecen en el listado de la primera serie de datos. Sucede que aquellos son
clubes que estuvieron alguna vez afiliados a la liga mayor pero un 80% de
los equipos que aparecen en los avisos de "La Argentina" nunca se
afilió a la Liga oficial. Muchos eran equipos de adolescentes que según
los encargados de la sección "sportiva" del diario tenían
dificultades para escribir en forma legible.
En su mayoría fueron clubes-equipos de vida efímera, no dejaron
historia a la cual recurrir para poder tipificar su posible origen social.
Ninguno es de la colonia inglesa ni de la élite criolla. Pero no surgen
datos para avanzar mucho más. Aproximadamente el 95% de todos los equipos
son de la Capital Federal. Hacia 1907 no había un corte absoluto que
diferenciara a los clubes incluidos en estos avisos y los del listado de la
primera parte de origen popular. Para pertenecer a la liga había que
tener cancha propia con instalaciones mínimas -que eran inspeccionadas-
sello y libro de actas. Para publicar un aviso en "La Argentina"
o participar en las ligas independientes solo exigían el pago del espacio
y/o de la cuota de ingreso a la liga, escribir la nota de un sólo lado
de la hoja, tener sello y una dirección para poder enviar correspondencia.
Si bien existía cierto grado de diferenciación -más que
nada con los clubes de empresas (como F.C. Oeste) o de empleados medios (como
Racing Club)- hacia esta fecha muy pocos de los que más tarde serían
populares habían logrado la afiliación, sólo River, Argentinos
Juniors, Independiente y Boca Juniors.
Como puede verse, una serie permite una visión diacrónica, incluyendo
al fútbol practicado por distintos sectores sociales, mientras que
la segunda se acerca a una fotografía, situada en 1907, del mundo de
los jóvenes de los sectores ajenos a la colonia inglesa y a la élite
criolla. Si bien son dos muestras cuyos datos no pueden cruzarse dado que
se refieren a objetos distintos, la idea es saber cuán lejanas están
entre sí, especialmente si la segunda se ajusta o no a la primera.
El procedimiento intentará tomar las dos series de datos para tentar
posibles relaciones. En este análisis del material empírico
no realizaremos conclusiones apresuradas. En muchos casos sólo se expondrán
los datos hallados, dejando abiertas las posibles relaciones e interpretaciones,
ya que no se intenta aquí llegar a conclusiones definitivas. El objetivo
es dar a conocer los resultados cuantitativos de la investigación y
extraer algunas ideas provisorias.
El trabajo seguirá el siguiente camino: en primer lugar el paneo de
los nombres elegidos al fundar los clubes, luego nos detendremos en la "razón
social" adosada (por ejemplo: "Football Club" o "Club
Atlético"), finalmente -y más cercano al análisis
cualitativo- mostraremos la insistencia en la elección de alguna fecha
especial a la hora de fundar un club, así como los nombres alternativos
propuestos en el momento de la decisión.
2. LOS NOMBRES ELEGIDOS AL FUNDAR EL CLUB
Veremos los cambios que se produjeron a través del tiempo en la elección
de los nombres, así como algunos de los elementos más genuinos
que permiten observar el ambiente de los sectores populares en el que se desarrolló
la ola fundacional de principios de siglo XX. De esta manera surge cómo
a lo largo del tiempo aparecen algunas líneas que denotan continuidades
junto con posibles rupturas.
2.1. ARGENTINO/S: Este nombre fue usado entre 1900 y 1910. Apareció por primera vez hacia
fines de siglo XIX con la intención de diferenciarse de los clubes
ingleses, aunque no tuvieron un origen popular. Es el caso de Argentinos de
Quilmes 5. Otra situación fue la de Argentinos Juniors, así
como la de Argentinos de Vélez Sarsfield. En el primer caso -Argentinos
de Quilmes- aparece claro el intento de distanciarse de los ingleses. En el
segundo caso ¨de quiénes querían diferenciarse los jóvenes
fundadores al llamarse "Argentinos"? Tal vez, sus intenciones fuesen
las de despegarse de las organizaciones creadas en torno de los intereses
étnicos emergentes de la inmigración masiva. A esta conclusión
hay que sumar la ascendencia de los mismos fundadores: buena parte de ellos
eran hijos de inmigrantes. Es decir, llamarse "Argentinos" en ese
momento ya no remite a la diferenciación con el juego y con los jugadores
ingleses sino más bien a la segregación de un universo simbólico
no argentino, que podemos relacionarlo con el de los inmigrantes. Si hubo
un uso para diferenciarse de los ingleses, en ese caso no es posible distinguir
claramente el origen social de esos clubes. Sin embargo, fueron los jóvenes
nacidos de los nuevos sectores populares porteños quienes sí
parecen haberlo elegido como opción diferenciadora de las aglutinaciones
grupales de inmigrantes. 6
También en la primera década del siglo XX apareció el
calificativo, argentinizando algo que en su origen no lo era, por ejemplo
Peñarol Argentino, Albion Argentino; o que necesitaba de la especificación:
por ejemplo, Sport Argentino, Sol Argentino, Porvenir Argentino, Juventud
Argentina. También desde la argentinidad se reafirmaba la pertenencia,
como Argentinos del Norte, Argentinos Unidos de Barracas.
Otro de los temas que surgen es el uso del singular o del plural. Así,
con el club Argentino de Quilmes aparecía el uso en singular de "Argentino",
mientras que el plural puede verse en Argentinos Juniors o Argentinos Unidos
de Vélez Sarsfield. Podemos pensar que el plural indica un compromiso
de cada uno de los participantes, denotando acción y participación.
Es interesante lo que ocurrió hacia 1910 cuando se fundaron los clubes
Argentinos de Temperley y Argentinos de Bandfield, dos localidades cercanas
entre sí, ubicadas hacia el Sur a pocos kilómetros de la Capital
Federal. En 1933 el Club Temperley nació como fusión de ambos,
pero el nombre que le pusieron no comenzaba con un "Argentinos de...",
sino sólo se llamó "Temperley". Habían transcurrido
veinte años. Si en 1910 parecía necesario llamarse "argentinos",
en 1933 esto no se encontraba dentro del horizonte de posibles nombres a elegir,
era redundante.
2.2. UNIDOS, UNION, DEFENSORES:"Unidos
de" o "... Unidos" y "Unión".
Al igual que en el caso anterior, aquí también fueron elegidos
así en la primera década del siglo XX, y buena parte de sus
orígenes pueden vincularse a los sectores populares 7. Es curioso observar
cómo "Unidos" apareció hacia principios de
siglo, mientras que "Unión" fue elegido luego de
1915. "Defensores" fue una constante a lo largo de las
tres primeras décadas del siglo XX. 8
Autodenominarse Unidos remitía a una referencia al mismo agrupamiento,
al propio hecho asociativo. Sin embargo quien se definía "Defensor
de" aludía, en principio, a dos significados claros: indicaba
posicionamiento en la intención de representar al espacio nucleante
(en general vinculado a un territorio) frente a otros posibles competidores
en la representación; por otro lado denotaba la actitud de quien se
está aprestando a competir, a rivalizar con otro que defiende otra
entidad. O sea, desde la misma creación del equipo-club se está
pensando en enfrentar a otros. Casi podría decirse que es su razón
de ser. Estos dos significados tienen una ubicación temporal diferente.
Hacia principios de siglo, se llamaron "Defensores" quienes deseaban
diferenciarse de sus pares del mismo vecindario, con los que competían
en la posibilidad de ser representantes del lugar. Más tarde, en la
década del `20, sólo se llamarán "Defensores" los que -junto con los que también eligieron "Unión"-
se posicionaban frente al conjunto de localidades y barrios.
Si agrupamos "Argentinos", "Defensores",
"Unión" y "Unidos" vemos claramente la intención
de identificarse alrededor de un territorio vecinal. Siempre aparecen vinculados
al nombre de un vecindario hacia principios de siglo o de una localidad suburbana
hacia los años `20. Vale pensar que si los Argentinos intentaban diferenciarse
de los no Argentinos, los Defensores y los Unidos deseaban distanciarse de
rivales y vecinos.
Buenos Aires. Setiembre 1996
5-
El fenómeno inmigratorio y el fútbol.
Roberto Di Giano*
(Argentina)
* Sociólogo
Artículo publicado en el Revista La Marea, Nº 13, Buenos Aires.
Por la época del Centenario todavía resonaba con cierta potencia
el eco de una idea-fuerza de larga duración en la Argentina. Era aquella
que sostenía que la inmigración se convertiría en un
importante factor de civilización para nuestra sociedad, sobre todo
si aquellos que venían de ultramar eran anglosajones. Según
esta línea de pensamiento, los nativos carecían de las actitudes
necesarias para facilitar la construcción de una sociedad moderna al
estilo de los países europeos más avanzados.
Si bien la mayoría de la elite vernácula consideraría
por mucho tiempo que para desarrollar un modelo económico liberal con
fuertes rasgos extranjerizantes había contingentes humanos de mejor
calidad que otros, evaluaba también, en forma más amplia, que
para modificar substancialmente la fisonomía tradicional de nuestro
país era igualmente un factor positivo atraer europeos de otras naciones
menos "adelantadas". De esta manera miles de italianos
y españoles invadirían año tras año nuestras playas.
Pero también para estos años que bordean el Centenario hay consenso,
dentro de la elite política y económica, que vienen muchos inmigrantes
revulsivos, que nos e afirman como agentes del progreso, tal cual se había
teorizado, sino más bien como elementos de perturbación de ese
orden social pergeñado por ella en su acotado círculo intelectual.
Y este cambio de sensibilidad respecto del fenómeno inmigratorio quedaría
expresado en la Ley de Residencia (1902) y más tarde en la Ley de Defensa
Social (1910), donde se establece que al Estado argentino le corresponde actuar
expeditivamente para separar a los elementos buenos de los malos.
En lo que respecta específicamente al ámbito futbolístico
local, el peso de la cultura anglosajona seguía siendo fuerte en aquella
época. Es que había sido durante años el gran paradigma
a imitar para los miembros de la elite argentina, que se había volcado
con entusiasmo a disfrutar de este atractivo deporte traído al país
por los ingleses, quienes conformaron en 1893 la primera Liga de Fútbol.
De esta manera, integrantes de la clase dirigente organizarán clubes
deportivos a la manera de los que habían constituido los ingleses radicados
en el país. En ellos se establecían claras pautas de discriminación
mediante exigentes requisitos para asociarse y, específicamente en
la práctica deportiva, se sostendrá a rajatabla el fair play.
Como explica Julio Frydenberg: "elitismo y fair play aparecieron
fuertemente unidos". 1
Los
clubes populares
Por otro lado, en los primeros
años de este siglo se produciría la gran expansión de
clubes generados desde los sectores populares, que tendrán un carácter
abierto y estarán distanciados de la lógica del fair play en
lo que se refiere al desarrollo del juego, ya que sus deportistas van adoptando
otro tipo de actitudes y conductas más relacionadas con su propio contexto
social.
Precisamente, el objeto de este artículo es describir y, a la vez,
reflexionar sobre el modo en que perciben los sectores privilegiados de la
sociedad argentina este proceso de expansión del fútbol en el
seno de los sectores populares, proceso mayormente liderado por los hijos
de inmigrantes españoles e italianos -también criollos- que
se estaba verificando en los primeros años de la década de 1910.
Para ello se analizará el discurso que circuló durante el año
1913 en la sección Sport, y dentro de ella más concretamente
el sostenido en el espacio dedicado al football, en uno de los diarios de
mayor prestigio y difusión de la época: La Nación 2 .
Fundado en 1870 por Bartolomé Mitre, un conspicuo representante de
la clase dirigente argentina a la que el diario expresaría en muchos
aspectos, aunque siempre afirmando rasgos propios. En lo que respecta específicamente
al fútbol, el periódico nos brinda un aporte interesante al
desplegar un doble juego. Por una parte, informa a sus numerosos lectores
sobre las vicisitudes de los campeonatos locales (da la información
de los equipos y hace comentarios de los partidos); por otra, ofrece su punto
de vista sobre diversas cuestiones relacionadas con el desarrollo del fútbol
en nuestro país, con la intención de educar a los lectores,
siendo éste un objetivo importante del diario. Así, el matutino
combinará muchas veces la explicación y lo normativo, siendo
esta última cuestión la que más nos interesa en este
artículo.
El año elegido para nuestra reflexión es muy importante, porque
a partir de 1913 se empieza a profundizar un quiebre cultural importante dentro
del ámbito futbolístico. Un equipo surgido de los sectores populares
alcanza el título de campeón del torneo de primera división
organizado por la Asociación Argentina de Football 3 . El equipo del
Racing Club desplaza de ese lugar privilegiado a quienes lo venían
ocupando habitualmente hasta entonces: Alumni, típico equipo de ascendencia
inglesa, y Quilmes, un club formado por miembros de la elite criolla al modo
de los ingleses, y que recibe en su equipo a algunos jugadores de Alumni cuando
éste se retira de la competencia en 1912.
Es a partir de entonces que empieza a predominar este tipo de clubes en Argentina.
Se convierten en ámbitos de sociabilidad en los cuales se integran
hijos de inmigrantes italianos y españoles con criollos de sectores
medios y bajos. Estas asociaciones serán teñidas desde un principio
por aquella imagen estereotipada construida por los sectores hegemónicos,
que subestiman la capacidad de estos contingentes humanos populares.
En este momento específico, cuando están coexistiendo formas
futbolísticas que responden a contextos sociales diferentes (por un
lado, el de una pequeña minoría que se autodesigna como "gente
decente" y, por otro, el de los integrantes del resto de la población),
La Nación va a criticar a un tipo de jugador que se está afirmando
cada vez con más empuje dentro de la franja joven de los sectores populares,
el denominado "crack".
Como parte de una estrategia desvalorizante, el matutino va a comparar las
características que posee este personaje, que estaba alcanzando un
reconocimiento popular, con otros ya jerarquizados en el ámbito deportivo
tradicional. Uno de éstos fue Jorge Brown, integrante del equipo Alumni
(que estaba conformado por ex alumnos de uno de los colegios ingleses instalados
en el país). Otro fue Rithner, del Club Porteño, una institución
creada tomando a Alumni como paradigma, en la que participaban ingleses junto
a nativos de abolengo.
De allí, que el diario La Nación se dirija de la siguiente manera
a sus lectores cuando describe a ese original deportista, el crack, que devendrá
con el tiempo en un arquetipo fundamental del fútbol criollo:
"No es éste un excelente jugador. No es un Rithner o un Jorge
Brown, que a dichos jugadores se los coloca en posición superior porque
además de su juego, por su espíritu deportivo están colocados
en un plano superior..." (27.1.1913)
Es decir que este exquisito jugador,
surgido de la cultura popular, es mirado por el matutino con suma desconfianza
-es que se parte del presupuesto de la superioridad de la cultura deportiva
anglosajona frente a la insuficiencia de la nuestra-, y merece la reprobación
del diario pese a que muchos aficionados levanten su figura:
"el crack es un jugador de renombre entre cierto público afecto
a las piruetas de éste, ineficaces siempre, que no pasa la pelota y
a veces marca los tantos de bonita forma con mucho dribling, por su solo esfuerzo..." (27.1.1913)
De esta manera La Nación
ofrecía a sus lectores, además de la habitual información
deportiva, su punto de vista con el objetivo de influir y orientar la percepción
y evaluación colectiva. A ese estilo de juego que florece en el ámbito
de los sectores populares le asigna una imagen negativa:
"El crack no es un jugador eficiente (...) Se hace rogar, impone condiciones,
llega a pedidos a veces reñidos con el sport, los días de match
es necesario ir a la casa a buscarlo para que juegue (...) y una vez en el
field o es un negligente o riñe con el contrario..." (27.1.1913)
El matutino construye así
una imagen estereotipada de este jugador argentino de reciente formación,
que va a trascender el mero rol de futbolista alcanzando también su
vida privada. Sus principales rasgos serán la pereza y la irresponsabilidad,
elementos éstos que lo distancian absolutamente de la ambición
y del empuje del jugador de ascendencia anglosajona, que es el modelo por
excelencia. Otra crítica de La Nación apunta a los nombres "raros"
que eligen los miembros de los sectores populares cuando fundan clubes de
fútbol:
"...se habrá notado más de una vez la despreocupación
y la falta de criterio que rigen al denominar las nuevas asociaciones (...)
Llamar a un club 'Los hijos del sol', por ejemplo, sería sencillamente
ridículo. Más que denominación para un club de esa clase,
sería un buen nombre para una institución recreativa o carnavalesca..." (20.3.1913)
Así, entonces, podemos
visualizar cómo en aquella época La Nación establece
una serie de calificaciones negativas sobre algunos aspectos relacionados
con la estructuración de estas nuevas asociaciones deportivas, que
conllevan en forma incipiente, concretamente en la práctica futbolística,
una nueva manera de jugar que irá justificando con los años
un rostro propio (además del establecimiento de actitudes y comportamientos
singulares de los jugadores fuera y dentro de la cancha).
Este diario, de larga trayectoria en nuestro país, intenta de este
modo cumplir un papel normativo en muchos aspectos, amparado siempre en ese
fuerte referente que constituye, para él y para la elite argentina
en general, la cultura deportiva anglosajona.
Notas
1. Frydenberg, Julio, "Redefinición
del fútbol aficionado y del fútbol oficial. Buenos Aires, 1912",
en Alabarces P. Di Giano, R. Frydenberg, J. (compiladores): Deporte y Sociedad,
Eudeba, Buenos Aires, 1998, pág. 51.
2. Es interesante resaltar que el matutino La Prensa, que junto a La Nación
se había constituido en uno de los diarios más importantes del
país, había nacionalizado el término inglés sport
al denominar a la sección respectiva: Deportes.
3. La Asociación Argentina de Football fue la única entidad
rectora de este deporte desde el año 1893 hasta mediados de 1912, cuando
a partir de una escisión producida en su seno se conformó la
Federación Argentina de Football. El diario La Nación, que daba
permanentemente información sobre las dos ligas, aprueba el funcionamiento
de ambas, ya que, según su propio argumento, genera una sana competencia
que el matutino asocia a una mayor democratización del ámbito
futbolístico, pues, antes de 1912: "la Asociación imperaba
sin ningún rival al frente. Acaso por esto no se vio en ella el espíritu
de iniciativa necesario para un progreso firme y decidido..." (9.9.1913)
6-
Agnósticos y creyentes, proletarios y bacanes.
Osvaldo
Bayer
Texto publicado en el libro
Fútbol Argentino, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1990.
En las dos primeras décadas
del siglo, en apenas una generación, el fútbol se había
acriollado definitivamente, igual que los hijos de los inmigrantes europeos.
En cada barrio nacían uno o dos clubes. Se los llamaba ahora Club Social
y Deportivo, que en buen porteño significaba "milonga y fútbol".
Los anarquistas y socialistas estaban alarmados. En vez de ir a las asambleas
o a los pic-nics ideológicos, los trabajadores concurrían a
ver fútbol los domingos a la tarde y a bailar tango los sábados
a la noche.
El diario anarquista La Protesta escribía en 1917 contra la "perniciosa
idiotización a través del pateo reiterado de un objeto redondo".
Comparaban, por sus efectos, al fútbol con la religión, sintetizando
su crítica en el lema: "misa y pelota: la peor droga para
los pueblos".
Pero pronto debieron actualizarse y ya en la fundación de clubes de
barriadas populares aparecieron socialistas y anarquistas. Por ejemplo, el
Club "Mártires de Chicago", en La Paternal, llamado
así en homenaje a los obreros ahorcados en Estados Unidos por luchar
en pos de la jornada de ocho horas de trabajo. Fue el núcleo que años
después pasó a ser el club Argentino Juniors, un nombre menos
comprometedor. También en el club "El Porvenir",
como el nombre lo muestra, estuvo la mano de los utopistas. Y el mismo Chacarita
Juniors nació en una biblioteca libertaria precisamente un primero
de mayo, la fiesta de los trabajadores, en 1906.
Por último, los viejos luchadores -ante el entusiasmo de sus propios
adherentes ideológicos frente al nuevo juego- resolvieron cambiar de
actitud y llegar a una nueva conciencia: practicar el fútbol, sí,
porque es un juego comunitario donde se ejercita la comunicación y
el esfuerzo común; pero no el fútbol como espectáculo,
que fanatiza irracionalmente a las masas.
El fútbol siguió creciendo. Los tablones de las tribunas se
iban superponiendo para dar cabida a más espectadores. Pero así
como los argentinos jugaban cada vez mejor en el verde, así comenzaba
a complicarse la organización fuera de la cancha. Los dirigentes juegan
sus propios partidos y empiezan los cismas, las sospechas de árbitros
comprados; los intereses creados van ocupando el lugar de lo que poco antes
había nacido como deporte por el deporte mismo. El fútbol se
capitaliza. A los jugadores -amateurs hasta es momento- se los retiene en
los clubes por dinero, y los clubes que tienen dinero atraen a los mejores
de los clubes pobres. Aparecen ya, a comienzo de los veinte, las categorías
de clubes grandes y clubes chicos.
Pero, mezquindades aparte, el fútbol gana fronteras; primero hacia
el interior, con los rosarinos, quienes quieren hacer en Rosario la capital
del fútbol y juegan partidazos con los porteños. Luego, cruza
el Río de la Plata y el duelo argentinos-uruguayos da origen a una
rivalidad donde ya se habla de virilidad y debilidades, de "padres" e "hijos". Pero pese al antagonismo hay un término
que los hermana y los hace inconfundibles: "fútbol rioplatense".
Es la palabra mágica que evita la enemistad. Fútbol rioplatense:
una manera distinta de jugar que va a dar que hablar al mundo.
En 1919 llega Boca. Primer puesto y una hinchada de oro que ya empieza a ser
el jugador número 12. Nacía un mito y una realidad que tuvo
su origen en un banco de la plaza Solís, del barrio genovés,
cuatro años después que River. Sus modestos fundadores anduvieron
de baldío en baldío, hasta lograr una canchita detrás
de las carboneras Wilson, en la isla Demarchi. Desalojados de allí
fueron a refugiarse a Wilde. Por último, luego de deambular de nuevo
por la Boca fueron a parar, en 1923, a Brandsen y Del Crucero, el anticipo
de la "bombonera". Azul y oro, la camiseta, y con los jugadores
cuyos nombres pasan a ser historia: Tesorieri, Calomino, Canaveri y Garassino,
quien jugó en los once puestos. 1920 une a los que serán eternos
rivales. Campeones Boca y River, River y Boca. Uno de la Asociación;
el otro de la Amateur. Los espectadores van a ver, más que a sus equipos,
a sus ídolos.
Uno de ellos es Pedro Calomino, a quien los hinchas boquenses le gritan en
dialecto xeneixe: "¡dáguele Calumín,
dáguele!". Pero Calomino no se deja influenciar: se planta
en la cancha, indiferente a las tribunas ansiosas de sus fantasías.
Y cuando le pasan la redonda arranca por la punta, parece que frenara pero
sigue dejando rivales que corren engañados para otro lado, cuando se
caen. Y si un defensor se le pega, le hace "la bicicleta".
El otro ídolo es Américo Tesorieri: "Mérico",
para la hinchada. Lo quieren ver saltar. Y Mérico les da el gusto:
fino, flexible, plástico, es un elegante felino que complementa las
curvas de la pelota con movimientos de ballet. Es un clásico, un arquero
con música de Mozart.
Pero los riverplatenses también pueden presentar a su crack. Arquero,
además. Es Carlos Isola, apodado "el hombre de goma" por su extraordinaria agilidad. Con increíble golpe de vista no ataja
los goles, los adivina. Es más bien un artista de circo, trapecista
y malabarista a la vez.
¿Quién de los dos, Tesorieri o Isola iban a representar a la
Argentina en el Campeonato Sudamericano de 1921, en Buenos Aires?. Tesorieri,
el de Boca, es el preferido. Y lo demuestra: el arco, invicto en todo el torneo.
El final no podía ser de otro modo: Argentina y Uruguay. Y el gol de
oro del uno a cero lo conseguirá Julio Libonatti, el rosarino. Un gol
que enloquece a los 25.000 espectadores. Sí, 25.000 espectadores que
consagran al fútbol como al espectáculo del pueblo.
Como no hay alambradas, el público
invade la cancha en la pitada final, carga a sus hombros al héroe de
Rosario y grita: "¡al Colón, al Colón!".
Así es llevado el héroe desde el estadio de Sportivo Barracas
hacia el centro. Pero a mitad de camino hay algunos a quienes el Colón
les parece insuficiente y gritan: "¡A la Rosada, a Plaza de
Mayo!". Y allá va la muchedumbre con el gladiador triunfante
en hombros, a quien quieren consagrar César.
Pero Julio Libonatti no actuará
ni de tenor ni en el escenario del Colón ni jamás traspasará
el umbral de la Rosada. Lo comprarían los italianos para que juegue
en el Torino. Así se iniciaba el éxodo de los mejores, un desangre
colonial que todavía hoy -y más que nunca- sufre el fútbol
criollo.
Huracán se llama el equipo
que viene de un barrio proletario, Nueva Pompeya. La insignia es un globito,
el globo de Jorge Newbery, el gentleman del aire que nunca volvió de
su último viaje. El nuevo club se fundó en la vereda, y se escribía
Huracán sin H. Poco conocimiento de la gramática pero mucho
de la gambeta. En 1921 y 1922 se coronaron campeones de la Asociación
Argentina. Tenían un crack indiscutible: Guillermo Stábile.
Lo llamaban "el filtrador" porque venía desde atrás,
en el ataque, y estaba adelante siempre para definir cuando la pelota llegaba
al área. Más tarde, Stábile sería uno de los primeros
que ejercería una nueva profesión: la de entrenador de fútbol.
En esa delantera de Huracán
campeón también se hallaba otro artillero: Cesáreo Onzari,
el del famoso gol olímpico. Será en 1924. Los uruguayos habían
consagrado al fútbol rioplatense como "el mejor del mundo" al salir campeones de las Olimpíadas de París. Cuando regresaron,
los argentinos los desafiaron y vencieron a los campeones mundiales por 2
a 1, con gol desde el córner de Onzari. Pocos días antes, en
Inglaterra, se habían aceptado los goles por tiro de esquina directo.
Uno de los goles más hermosos: habría que cobrarlos dobles por
la belleza de la curva que hace el balón.
En 1922 otro nombre se consagra. Viene de Avellaneda. Se llama con orgullo
Independiente. El nombre libertario contiene mucha protesta. Lo eligieron
los cadetes y empleados argentinos de una gran tienda inglesa que no les permitía
integrar el equipo de la casa. El nombre que adoptan y el rojo de la camiseta
los hace peligroso para algunos. El club nació de una mesa de café
del centro, en Hipólito Yrigoyen y Perú. Pero un terreno barato
los llevó a Avellaneda, muy cerca de Racing. Y empezó la rivalidad
y la identificación con la barriada proletaria. En 1926, el equipo
rojo hace realidad el sueño de todos los futbolistas y de los hinchas.
¡Campeones invictos!. ¡No perdieron ningún partido!. Vengaban
así el recuerdo del primer match oficial de 1907, cuando perdieron
21 a 1 contra Atlanta.
En el cuadro invicto estaban figuras que fueron directamente al paraíso:
aquellos cinco mosqueteros de la delantera: Canaveri, Lalín, Ravaschino,
Seoane y Orsi. Nacen los diablos rojos. Sus diabluras en el área levantan
las tribunas populares, que los sabe de su misma extracción barrial.
El "negro" Seoane los deja parados a todos los adversarios,
y "Mumo" Orsi es quien rompe los piolines de las vallas
adversarias.
Hasta hay payadores criollos que le cantan al campeón:
Ha de gritar el que puedasiguiendo
nuestra corrientehurras al Independiente del pueblo de Avellaneda.
Pero los rojos no hacen olvidar al Boca de 1925, proclamado campeón
de honor por la Asociación. Ese año ha jugado en Europa; la
gira inolvidable. Los europeos querían ver el fútbol rioplatense
que habían puesto de moda los uruguayos. Y Boca no defraudó:
19 partidos jugados, 15 ganados y sólo tres perdidos.
Aunque lo mejor del fútbol argentino anda de viaje por Europa, los
hinchas no tienen de qué quejarse, principalmente los de la Academia,
que poseen una pareja derecha que no sólo se engolosina con sus malabarismos
sino que también mete goles: Natalio Perinetti y Pedro Ochoa. Aquel
cantor del Abasto, que ha llegado al centro, le dedica al lucido gambeteador
Ochoa un tangazo: "Ochoíta, el crack de la afición".
1927 será el año de la unión del dividido fútbol
y el triunfo del seleccionado argentino en el Sudamericano de Lima en toda
la línea: 7 goles a Bolivia, 5 a Perú y tres nada menos que
a Uruguay. Las puertas estaban así abiertas para ganar el Campeonato
Olímpico de Amsterdam en 1928. Los argentinos se sentían fuertes
y habían borrado sus complejos con los uruguayos. El seleccionado vuelve
desde Lima en tren y el pueblo se concentra en Retiro. La alegría no
tiene límites y el presidente Alvear olvida un poco los ademanes aristocráticos
y se abraza con los Bidoglio, Recanatini, Carricaberry y Zumelzú, autores
de la hazaña.
Pero ya los santos vienen marchando. Llevaban camiseta azul-grana y eran de
Almagro. Campeones absolutos en la Asociación, unificada, donde ahora
juegan todos contra todos. Nacieron como los "Forzosos de Almagro",
atrás de la capilla de San Antonio, y pasaron a llamarse San Lorenzo,
en homenaje al cura Lorenzo Massa, incansable alentador de los muchachos.
Actualmente algunos hinchas menos devotos sostienen que el nombre del club
se debe al combate de San Lorenzo.
De cualquier manera, agnósticos y creyentes olvidaban sus diferencias
cuando los azulgranas meten un gol. Y todos están contestes en llamarlos "los santos", aunque los incorregibles enemigos de barrio
cambien el calificativo por el de "los cuervos".
De "los santos" pasaron a ser "los gauchos de Boedo" y también "el ciclón" por aquella delantera que los
llevó a la cumbre en el 27: Carricaberry, Acosta, Maglio, Sarrasqueta
y Foresto.
Su rival de siempre, Huracán, le quitó el campeonato de 1928,
pero al año siguiente el campeón vino de La Plata, de ahí "El expreso". Gimnasia y Esgrima. Origen de alcurnia. Caballeros
de la alta sociedad platense que querían ejercitase en deportes viriles.
Entre ellos encontramos a Olazábal, Perdriel, Alconada, Huergo, Uzal,
Uriburu y un nombre para no olvidar; Ramón L. Falcón, el posterior
jefe de policía, autor de la masacre de obreros de Plaza Lorea, el
1º de mayo de 1909.
Los señores juegan al fútbol con los marinos ingleses en el
puerto próximo. Pero los años pasan y los apellidos ilustres
son reemplazados por más populares y ya en las tribunas se mezclan
los estudiantes platenses con los hombres emigrados de las pampas cercanas.
El campeón alista a dos figuras que cumplirán una brillante
trayectoria: el back Delovo y el delantero Francisco Varallo.
El fútbol y el cine se han convertido en las diversiones preferidas
del porteño. Los cines se van abriendo en los barrios, y los clubes
han salido definitivamente del potrero. Los tablones ya van siendo mal mirados
por los clubes más ricos que van siendo tentados por el cemento. Independiente
inaugura su estadio con capacidad para cien mil espectadores.
Pero no sólo al cine y al fútbol van los argentinos. En 1927,
al igual que en todas las ciudades del mundo, el pueblo se vuelca a las calles
para protestar por el asesinato de dos obreros; Sacco y Vanzetti, que son
condenados a la silla eléctrica por la justicia norteamericana.
7-
El nacimiento del fútbol profesional argentino: resultado inesperado
de una huelga de jugadores.
Julio Frydenberg.
En momentos en que terminaba la
temporada de fútbol de 1930, en abril de 1931 los jugadores de fútbol
de la liga oficial, la Asociación Amateur Argentina de Football (AAAF)
organizaron una huelga exigiendo la libertad de pasar de un club a otro sin
la necesidad de la autorización de ambos clubes. Es decir, querían
que se acepte la posibilidad de cambiar de club contando sólo con la
aprobación del nuevo club que los recibirían.
Hasta entonces existía un sistema mediante el cual un jugador podía
pasar de club con el consentimiento de ambas instituciones -no existía
el pase libre. Si el jugador abandonaba su club y recalaba en otro sin el
consentimiento del de origen, debía ser sancionado: no podía
jugar en la categoría a la que pertenecía durante un período
de dos temporada. Este castigo fue llamado "cláusula cerrojo
o candado". Un acuerdo "de caballeros" entre
los dirigentes de los clubes impedía la sustitución de la cláusula
cerrojo por el pase libre.
Cuando la huelga se inició, al finalizar el torneo de 1930, la Asociación
debía cumplir un compromiso de jugar un partido con la selección
paraguaya en Asunción. Debido a que muchos jugadores seleccionados
no se alistaron en el equipo nacional, plegándose a la huelga, fueron
sancionados con la suspensión de su fichaje. Así, la lucha de
los jugadores pasó a tener dos reivindicaciones: el pase libre y la
amnistía para los jugadores penalizados.
Desde hacía muchos años el fútbol oficial estaba dominado
por el llamado profesionalismo encubierto o amateurismo "marrón".
Los mismos traspasos de jugadores tenían, en buena parte de los casos,
causales económicas y no lealtades o afinidades afectivas. Si bien
la práctica se generalizó desde principios de la década
del '20, apareció mucho antes, y era tema de debate permanente en el
país y en la Europa Continental1 .
El pago a los deportistas podía hacerse al estilo de un premio después
de cada partido o sumado a un pago mensual en dinero. Consecuentemente, todo
esto producía serios problemas administrativos a las entidades, que
debían dejar constancia de las salidas así como de las entradas
en dinero de sus respectivas contabilidades y balances. Otra forma muy difundida
era la de ubicar al jugador en una institución pública o privada
en la que aparecía como empleado, pero a la cual jamás asistía2
.
Algunos de los que reflexionaron en torno al nacimiento del profesionalismo
en el fútbol argentino vieron unidos por una línea causal única,
como el desenlace de un mismo conflicto, las reivindicaciones de los deportistas
en huelga y la profesionalización del fútbol3 . En realidad,
no parece haber existido conexión alguna entre ambos fenómenos.
No existió una relación causal directa entre la huelga y la
decisión de decretar el profesionalismo, a no ser que se crea, tal
como se ha sostenido en el pasado, que el profesionalismo apareció
para frenar las extremas exigencias de los jugadores4 . Cabe subrayar la superposición
de dos conflictos: la huelga, por un lado, y el que giró en torno a
la decisión de organizar el profesionalismo, este último en
medio de una lucha enconada entablada entre los mismos dirigentes del fútbol.
Fueron conflictos cruzados así como lo fueron sus derivaciones. Finalmente,
quedaron satisfechos casi todos los reclamos: se otorgó el pase libre
y se impuso el profesionalismo. Pero tal como suele suceder en los procesos
sociales las nuevas realidades emergen de forma muy distinta a los planes
y las voluntades.
Tal vez, relatar la secuencia en la cual se fueron dando los hechos podría
arrojar más claridad: a la preexistencia de cláusula cerrojo
y el marronismo le sucedieron las pretensiones de los jugadores y convocatoria
a una Asamblea general de la Asociación Mutualista de jugadores de
football; de esa reunión partieron los jugadores en una marcha hacia
la Casa Rosada para concretar una reunión previamente solicitada y
pedir la mediación del nuevo presidente, quien aceptó hablar
con un periodista y vocero de los huelguistas5 . El General y Presidente Provisorio
Uriburu demostró darle poca importancia al tema y lo derivó
al Intendente Guerrico, quien citó a los presidentes de los clubes
para el 27 de abril. En esa reunión, les dijo que la "huelga
y el profesionalismo estaban unidos", y conminó a los dirigentes
a resolver los problemas6 .
Si bien la polémica - dentro del marco de los dirigentes del fútbol-
entre amateuristas y profesionalistas había aparecido desde los inicios
de la década del '10, desde hacía algunos años distintos
grupos de dirigentes venían trabajando con la idea de organizar una
liga profesional7 .
Luego del encuentro con los gobernantes y la presión ejercida por los
jugadores, la abrumadora mayoría de los dirigentes de los treinta y
ocho clubes de la primera división de la Asociación estaban
definitivamente en favor del profesionalismo, pero la lucha giró en
torno al modo de concretarlo. Los clubes más poderosos tomaron la delantera
suponiendo que el desarrollo del espectáculo -condición necesaria
para el profesionalismo- necesitaba de una liga de pocos y poderosos. Así,
construyeron su propia federación, la Liga Argentina de Football (LAF).
Esta entidad -ilegal a los ojos de la FIFA- armada por una quincena de clubes,
impuso el profesionalismo sin pase libre. Elaboró un contrato tipo
y rápidamente puso en marcha el nuevo sistema.
La vieja Asociación Amateur, que quedó vaciada y sólo
habitada por clubes más chicos y con pocos recursos, declaró
inmediatamente abolida la cláusula que impedía el pase libre
de jugadores entre clubes, junto con una amnistía total. Así,
la Asociación de futbolistas consideró "ganada" y consecuentemente resuelto el conflicto que había dado origen a la
huelga.
II
Conviene poner el acento en la singular participación del Estado, al
analizar la situación planteada por los jugadores y la consiguiente
solución a lo que pareció en algún momento un callejón
sin salida.
En principio, es notable el interés de los todos los protagonistas
por la opinión y la acción estatal. Los jugadores recurrieron
abiertamente al jefe del Estado proponiéndole juegue de mediador en
el conflicto. Los canales entre los dirigentes de los clubes y de las ligas
oficiales estuvieron abiertos con funcionarios de distintos niveles, en un
eterno ida y vuelta. La relación entre Estado y dirigentes de liga
puede vincularse al similar origen social y familiar de los personajes. Pero
además, con la actuación del Presidente Marcelo T. de Alvear
en 1926, laudando diferencias entre las dos asociaciones existentes para logra
la unión de ambas, el fútbol se transforma en materia gobernable8
.
Nos encontramos en una situación en la cual la voz del Estado era solicitada
y muy bien recibida por todos sectores. Los jugadores no estaban organizados
en torno a ninguna bandera política general, y siguiendo el tono de
la época radical, vehiculizaron su protesta a través de los
despachos oficiales, cumpliendo así el Estado su papel de mediador
y árbitro en los conflictos sociales9 .
Tal como se vio arriba, huelga y profesionalización fueron dos problemas
que pesaban sobre el fútbol oficial pero sin relación de causa
efecto alguna entre ellos. Los jugadores jamás pidieron el profesionalismo,
que por lo demás, jamás debatieron en sus asambleas. Los dirigentes
recibieron delegaciones de jugadores y se mostraron cerrados a cualquier acuerdo
sobre el pase libre. Pero apareció el Estado. Los jugadores en su pintoresca
marcha hacia la Plaza de Mayo y entrevistándose con el jefe del Gobierno
Provisional. El Intendente Guerrico reuniéndose con los dirigentes
de los clubes. En ese encuentro el funcionario unió las dos cuestiones
en un solo haz.
El argumento que dominó la reunión entre el alcalde y los dirigentes
se basaba en la creencia de que el profesionalismo era deseado por los jugadores.
Pensaban que con el conflicto tenía raíces económicas.
En definitiva con el profesionalismo, los huelguistas lograrían cobrar
más dinero que hasta entonces, y consecuentemente, desecharían
el pedido del pase libre10 .
El funcionario conminó a los presidentes a aprovechar la situación
del conflicto huelguístico para hacer algo que, por un lado solucionaría
la huelga y, por otro, provocaría un cambio notable en la del fútbol
oficial, beneficiando a las instituciones.
Tal vez de manera un tanto inesperada para el propio funcionario, la iniciativa
produjo en los dirigentes un efecto de liberación de viejas ataduras
y prejuicios respecto de la instauración del profesionalismo. El Intendente
logró la unidad de los dirigentes de clubes más importantes
bajo el paraguas que él mismo brindaba al incentivar la llegada del
profesionalismo. Es decir, dio permiso, legitimando la opción por el
deporte profesional, como paso necesario para destrabar el conflicto huelguístico
y a la vez, reorganizar el espectáculo deportivo.
Los hombres que dirigían el Estado, desde una posición estratégica
y formando parte del bloque de poder, ven y actúan direccionalizando
al conjunto social11 . La actuación de Guerrico es definitoria para
apurar, dar una orientación y una definición a los problemas
planteados. Un pequeño esfuerzo, un pequeño gesto ayudó
a resolver lo que para los dirigentes del fútbol se presentaba como
un dilema. Con una maniobra -tal vez sólo posible desde el lugar que
une la (necesaria) pertenencia a una parcialidad y jerarquía estatal-
disciplinó, reagrupó a los dirigentes, apuró la reorganización
del espectáculo y destrabó la huelga.
Así, a través de su actuación en la serie de reuniones
- públicas o secretas- el Estado legitimó la postura en favor
del profesionalismo y lo ligó al conflicto de los jugadores12 . De
ahí en más los dirigentes no dudaron. Con el tiempo, y durante
la misma década los lazos entre los clubes y el Estado se hicieron
más fuertes, girando siempre sobre la base de la constitución
y desarrollo del gran espectáculo13 . A partir de ese momento, entre
los dirigentes, la polémica amateurismo o profesionalismo pasó
un segundo plano. Y esto no debería considerarse un detalle irrelevante.
La dirigencia de los clubes de fútbol arrastraba el peso de una tradición
que emparentaba la práctica deportiva al ideal del fair play y del
amateurismo. El profesionalismo tuvo, en líneas generales, "mala
prensa". Se pensaba que su llegada implicaría la puerta de entrada
de los peores males dentro del inmaculado mundo del deporte14 . . No fue casualidad
la aparición de una serie de justificaciones los días posteriores
a la creación de la LAF. En la prensa escrita pueden leerse declaraciones
en las que los dirigentes sostenían que dedicarían parte de
las entradas al mejoramiento de instalaciones, que promovían el profesionalismo
para mejorar el espectáculo, que serían los primeros en velar
por la deportividad de los jugadores y la imparcialidad en el juego, etc.
III
El Intendente mostró el camino que destrabó el trance. Encauzó
la acción de los dirigentes y los comprometió a resolver el
problema con urgencia.
Los presidentes de los clubes de la AAAF quedaron con la tarea15 . Rápidamente,
se dividieron en dos grupos. El primero quedó constituido por la mayoría
de los clubes más poderosos, por su caudal societario y de boletería.
Las cabecillas de este grupo propusieron un modelo de liga profesional "cerrada",
solo integrada por pocos y grandes. Los "rupturistas" o "cerrados" obraron rápidamente y con cierta agilidad.
Aprovecharon la oportunidad para dar varios golpes simultáneamente:
terminar con la ilusión del pase libre y decretar el profesionalismo.
Todo en un movimiento, junto con la creación de una superliga de pocos.
Obviamente, para el cambio de las estructuras orgánicas del fútbol
federado, no se consultó ni a los socios de los clubes, ni a los jugadores16
.
El segundo grupo de entidades, se formó por los clubes marginados de
la LAF y que quedaron en la AAAF. En su mayoría, no eran menos profesionalistas
que aquellos, sólo que permanecieron fuera del gran juego. Sin el concurso
de las grandes instituciones era impensable abandonar el amateurismo. Ese
relegamiento implicó la muerte de varios de esos clubes, o por lo menos,
de la práctica del fútbol competitivo dentro de estas instituciones17
.
Respecto del profesionalismo, los dirigentes veían sus beneficios y
sus perjuicios. Los primeros implicaban el blanqueo de una situación
administrativa intolerable, en la cual, los clubes debían manejar varios
sistemas contables paralelos. Además, suponían que con el cambio
de sistema, podrían manejar los montos de los pagos a los jugadores,
es decir establecer topes para los pases, primas y contratos: una ilusión.
Ideológicamente implicaba un paso riesgoso. Como se vio arriba, el
profesionalismo podía aparejar el relajamiento de lo que quedaba por
relajar en materia de conductas deportivas dentro de las canchas: un peligro.
A poco tiempo de avanzar la huelga y esbozada la decisión de la nueva
organización del fútbol, apareció un fantasma. Un empresario
teatral fundó la "Corporación Argentina de Jugadores
de Football", a través de la cual se disponía a generar
un poco claro emprendimiento mezcla de "empresa, club y equipo",
ofreciendo contratos a jugadores con la intención de participar del
torneo. Ante esta situación, la Asociación Mutual de Jugadores
se declaró en contra de la firma de contratos de sus afiliados con
tal personaje. Paralelamente, los dirigentes se inquietaron ante esta aparición:
una operación que desde fuera de los clubes intentaba colarse en el
universo de competidores, con el sólo y claro objeto de participar
de un negocio. A través de varias declaraciones en la prensa, los dirigentes
difundieron sus posiciones. En principio, sostuvieron que la aparición
del llamado "capitalista" era una estratagema de los jugadores
para presionarlos. Luego, cuando la asociación de jugadores declaró
no ver con buenos ojos a dicho personaje, los dirigentes sostuvieron la intención
de impedir la participación de emprendimientos por el estilo dentro
del mundo del fútbol.
Probablemente este empresario haya visto lo mismo que los dirigentes. Una
veta, una generosa y extraordinaria posibilidad de entrada de dinero realizada
a través de una inversión de relativa significación.
En realidad, nadie sabía muy bien cual sería la relación
entre la inversión (comprar los pases y arreglar los contratos con
los jugadores) y los futuros ingresos. No obstante, y a pesar de algunas dudas,
se suponía que se estaba abriendo la puerta a un nuevo escenario económico.
En buena medida el optimismo era razonable.
La novedad del profesionalismo, en el marco de la creación de una nueva
liga, generó una especie de beneficio económico extraordinario
para los clubes más ricos. La LAF quedó fuera de la FIFA, que
reconocía como liga oficial a la AAAF, lo cual, habiendo sido deseado
o no, generó una ganancia excepcional. La nueva LAF no pagaba el pase
de los jugadores por primera vez contratados a ninguna institución,
o por lo menos no estaba obligada a ello. Con la escisión, se había
roto de hecho el antiguo pacto de caballeros y se había generado otro
nuevo, esta vez sólo con los caballeros de los clubes que integraban
la LAF. Es decir que, un club como River interesado en contratar a un "crack"
como Carlos Peucelle, no negociaba con el club de origen del jugador, el Sportivo
Buenos Aires, que no pertenecía a la LAF, sino que lo hacía
directamente con el jugador18 . Los dirigentes de la nueva liga establecieron
un convenio secreto en el cual se obligaban a no quitarse jugadores entre
ellos durante el primer año de vida de la nueva entidad profesional.
Además, no teniendo compromisos con la FIFA, los clubes contrataron
jugadores extranjeros sin ningún tipo de autorización internacional.
Ese plus originario fue originado por las condiciones de "ilegalidad" en las que se generó el profesionalismo, dentro del marco de las instituciones
deportivas locales e internacionales. A su vez, nació una nueva "legalidad", la de los contratos entre clubes y jugadores,
legalizando una situación irregular. De este modo, el nuevo marco del
espectáculo futbolístico emergió dentro de una transformación
paradojal: de la ilegalidad marrón al amparo de las normas legales
que rigen el mercado laboral, mientras que del encuadre institucional de las
entidades deportivas se pasó a una situación de "ilegitimidad".
Todos estos movimientos dieron gran facilidad a los clubes integrantes de
la LAF para desarmar, contratar jugadores y así, reconstruir sus planteles.
Pudieron generar un mercado de pases muy flexible. Sin embargo, durante las
primeras semanas de fundada la nueva liga, tuvieron serias dificultades para
armar los equipos profesionales. El mayor obstáculo radicaba en el
escaso tiempo que tuvieron, ya que a los pocos días de creada la LAF
se programó el nuevo campeonato. En realidad, la operación que
implicó la división de las ligas y el comienzo del campeonato
profesional duró los últimos veinte días de mayo de 1931.
IV
Cabe señalar que la huelga expresaba uno de los síntomas de
la grave crisis por la que atravesaba la estructura institucional del fútbol.
En el marco del crecimiento del espectáculo, el profesionalismo encubierto
había alcanzado a casi todos los jugadores y no solo a los más
destacados. Por otro lado, las instalaciones tanto para jugadores como para
el público eran inadecuadas, y se consideraba que la falta de espíritu
deportivo había llegado límites que ponían en cuestión
al mismo deporte.
En ese marco, los jugadores organizaron un movimiento gremial reivindicativo
de corto alcance. No había en su seno opiniones y guías políticas
que se destacaran. Y esta situación se puede palpar en el hecho de
la concurrencia desenfadada al arbitraje del Presidente de facto Uriburu,
que bien puede considerarse un paso difícil de digerir para quien tuviera
compromisos políticos, tanto con la UCR como con algún sector
de izquierda. En este sentido, resulta interesante mostrar algunos párrafos
del irónico editorial firmado por I. Celmais en La Vanguardia:
"El lunes los jugadores tomaron tres importantes resoluciones: declararse
en huelga, no ir al Paraguay e ir en cambio a la Casa Rosada y cantarle el
himno al Provisorio. Nos imaginamos al General rodeado de los improvisados
coristas repitiéndole a voz en cuello el consagrado ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!...Menos mal que
los muchachos solo le pedían en realidad sus pases libres"19
Teniendo en cuenta ese marco general, corresponde hacerse una pregunta ¿cuáles
eran las razones por las cuales los jugadores deseaban cambiar de club? ¿Qué
intenciones tenían para que al evaluar las trabas que existían
para hacerlo, decretar la huelga? Y aún más, ¿cómo
evaluar el alto acatamiento a la huelga por parte de los jugadores de las
primeras divisiones de los más importantes equipos?. Sintéticamente
se puede hacer un recuento de los motivos explicitados en las declaraciones
de los jugadores organizados: razones afectivas vinculadas a lealtades con
los clubes de los que eran hinchas, razones vinculadas a la elección
de una institución con instalaciones mejor dotadas, razones asociadas
a obtener mayor popularidad jugando en clubes con más adherentes. En
suma, razones relacionadas con (poder) "jugar en el club de sus simpatías
y conveniencias" 20 .
Sin embargo, lo que los jugadores no dijeron durante la huelga -por lo menos,
a través de su Asociación gremial- y sí lo dijeron los
dirigentes muchos años después, fue que muchos jugadores deseaban
el pase libre (especialmente los más reconocidos) porque ellos cobraban
con los pases. Es decir, con el marronismo los pases se compraban y valían
mucho dinero. Si no se pagaba el pase, se les abonaba una prima para atraerlos
y decidirlos a cambiar de institución21 . La situación que se
planteaba era por demás curiosa. Obviamente, resultaba irreprochable
hacer una huelga para mejorar las condiciones económicas de su trabajo.
Sin embargo, durante la huelga y teniendo en cuenta el marco de ilegitimidad
de su actividad retribuida económicamente, esta realidad fue omitida
por los jugadores en todas las declaraciones durante la huelga.
Los jugadores organizados en la Asociación Mutualista de footballers
nunca fijaron posición frente al profesionalismo. El pase libre lo
obtuvieron de una Asociación vaciada, que pretendía así
obtener el apoyo de los jugadores en su lucha contra la liga profesional.
Los futbolistas quedaron con la opción del pase libre en la pobre Asociación
Amateur; o con las primas, premios, sueldos y el pago de los pases -junto
con las cláusulas candado y "pactos de caballeros"-
de la LAF.
La nueva realidad requería de jugadores con los que había que
negociar y firmar los contratos. Algunos dirigentes entrevieron -en su imaginación-
que las exigencias económicas de los jugadores pronto podrían
transformar el posible escenario en un caos: ¿qué sucedería
si no lograban recaudar deacuerdo a los compromisos contractuales contraidos?
A su vez, el espectáculo demandaba jugadores full time, especialistas
y talentosos. Las páginas de los diarios de principios de siglo exigían
sólo la presencia de sportmans amateurs, que por definición
no eran especialistas. Sin embargo, las voces desde el periodismo más
reconocido, con el argumento de la necesidad de la excelencia en el juego,
hacía mucho tiempo, habían comenzad a exigir especialización.
Los jugadores full time debían tener determinados hábitos alimenticios
y cierta disciplina sanitaria. Quien pasaba a ser contratado abierta y legalmente,
se comprometía abierta y legalmente a eficiencias y eficacias.
Este conjunto de condiciones no se dieron juntas. Hubo permanentes desacoples.
Pero ese umbral de demandas y ofertas estaba relativamente cubierto desde
hacia algún tiempo antes de 1931. Es decir que, ya en esa fecha el
jugador de fútbol era un especialista talentoso cuyo arte o despliegue
de fuerzas físicas merecía un pago y cuyo conocimiento del juego
había requerido de un enorme esfuerzo y tiempo para su formación
desde su más tierna infancia. A esto había que sumarle la magnitud
de la selección que se operaba de los miles de jóvenes dispuestos
a ocupar el lugar del jugador llegado fruto de la un enorme camino selectivo
previo22 .
Si alguno de los dirigentes de la LAF temía a los posibles desplantes
de los ahora jugadores-trabajadores, la mayoría sólo pensaba
en llenar sus bolsillos y/o los de sus clubes con la perspectiva del crecimiento
del espectáculo futbolístico, ya de por sí grande. Naturalmente,
la ecuación descontaba la existía un numeroso público.
Además, se pensaba en atraer a muchos más. El desarrollo del
espectáculo puede medirse en el nivel de convocatoria que propone.
Así, el público cumple un papel vital. Sin él, sería
imposible que los demás componentes pudieran siquiera ser imaginados.
V
Se suele considerar la llegada del profesionalismo como un mojón en
el desarrollo del espectáculo futbolístico, siempre considerando
las realidades de la sociedad de mercado capitalista argentino, de fines de
los años '20. Aquellos fueron momentos marcados por la expansión
del mercado interno. En especial en la etapa de bonanzas comprendida entre
el final de la Primera Guerra hasta la crisis del '30, cuyos efectos negativos
recién comenzaban a sentirse. Algunos de los signos pueden verificarse
en el crecimiento del nivel del consumo en general, y de bienes culturales
en particular, por parte de los sectores populares. Además, había
aumentado el tiempo libre de trabajo del que disponían.
Junto al fútbol estaban creciendo los espectáculos públicos
en general, muchos de ellos con décadas de evolución como el
teatro, el circo o el cine. También los medios de comunicación
de masas se expandieron notablemente. La radio ya tenía algunos años
de vida. Crítica y El Gráfico dominaban el mercado editorial
popular, formando parte de una desarrollada cultura letrada en aquella sociedad
urbana de los años '20. A su vez, los transportes comunicaban con relativa
eficacia a los espectadores con los estadios. Por aquellos años aparecieron
los primeros colectivos.
La llegada del profesionalismo significó un salto de dimensiones relativas
en el espectáculo futbolístico que, visto en perspectiva, revelaba
un umbral preexistente de elementos.
En este sentido, uno de los elementos que lo constituyeron fue su armazón
rutinaria de eventos previamente acordados por los organizadores, difundidos
y luego comentados por los medios de comunicación de masas. Para que
el espectáculo se constituya en escenario sistemáticamente convocante
fue necesaria la formación de un hábito entre sus asistentes.
Aquellos espectadores eran individuos que formaban enormes masas entrenadas
en pagar una entrada, llegar en un horario determinado, conocer las maneras
de viajar. Ya existía en Buenos Aires más de una generación
acostumbrada a sufrir las incomodidades en el traslado y en las tribunas.
Un público que nació, junto con la popularización de
la práctica del fútbol desde principios de siglo, siendo de
un tipo especial: un hincha23 . Es decir, un público que era o había
sido jugador. Un público teñido de hinchismo que recorría
tanto al socio del club, al dirigente, o al asistente habitual y que fue un
ingrediente nada desdeñable en la conformación del cuadro de
variables que incidieron en el desarrollo del espacio dramático y su
consecuencia: el profesionalismo y la especialización de uno de sus
actores principales.
Así, la habitualidad en coordinación con otros elementos, como
el hinchismo, fundó al espectáculo del fútbol como juego
profundo y como rito profano24 .
Sin embargo, durante la finalización del torneo de 1930 y el inicio
del de 1931 esa costumbre dominguera estuvo en duda. La huelga no permitía
contar con jugadores y, naturalmente, alejó parcialmente a los hinchas
de las canchas.
En el transcurso de esas semanas de abril y mayo, hubo cierto desconcierto
en el público. Esto puede verse en la variabilidad de la cantidad de
asistentes a los partidos. En principio, durante la huelga y los intentos
de la AAAF de dar comienzo al torneo de 1931, los equipos salían a
la cancha con sus planteles diezmados. En muchos casos estuvieron integrados
por jóvenes de categorías menores. A veces no llegaron a reunir
a once. Hubo muchos partidos suspendidos. El público, conociendo la
irregularidad en la que se desarrollaba el torneo así como los anuncios
de los partidos a jugarse optó por no llenar las canchas. Por ejemplo,
jugaron Boca vs Lanús, con 2000 asistentes que esperaron 45 minutos
el comienzo del partido debido a la demora de los dirigentes en conseguir
jugadores. "Al entrar los equipos el público ve que no había
ningún jugador de primera ni de intermedia", ante lo cual
se escucharon algunas protestas25 . Casos similares se vieron en River vs
El Porvenir.
Una situación notable se registró en Huracán vs Sportivo
Buenos Aires. Los titulares del Sportivo decidieron finalmente presentarse
luego de una reunión de última hora en el vestuario. En cambio,
Huracán fue integrado por jugadores de las divisiones inferiores. El
público de Huracán reaccionó hostilizando a los jugadores
del Sportivo. Les gritaban "carneros" y hubo desbandes
en la tribuna popular26 .
La segunda fecha jugada el 17 de mayo tuvo un destino aún peor. La
mayoría de los partidos fueron suspendidos.
Sin embargo, dos días después se fundaba la Liga Argentina de
Football y el domingo 31 de mayo de 1931 se concretó el inició
el torneo profesional. El público volvió a los estadios. Finalmente,
pudo volver a girar la rueda, ahora aceitada, del espectáculo secuencialmente
construido.
Notas
1. Desde 1913 hubo problemas
relacionados con el pago a jugadores por parte de los dirigentes, así
como exigencias económicas desde los jugadores. Ver Historia del fútbol
argentino, Ed. Eiffel, 1955. Ramírez, Pablo, Historia del fútbol
argentino, Ed. La Nación. Para la evolución del amateurismo
al profesionalismo en Europa, ver Wahl Alfred, Historia del fútbol,
Ed. B., Barcelona, 1997.
2. Si bien la primera liga de fútbol profesional data de mediados de
1880 en Inglaterra, en la Europa Continental los tiempos fueron muy similares
a los de la Argentina y Brasil (1933): Austria en 1924, Checoslovaquia en
1930 junto con Hungría, Francia en 1932. Ver Wahl A. op. cit.
3. Tanto Dante Panzeri (La Opinión, 23/5/1976) desde una óptica
"progresista", como desde otra perspectiva el grupo de periodistas
que redactaron la famosa "Historia del fútbol argentino"
(Ed. Eiffel, 1955, pp. 423-7), coinciden en esta visión del fenómeno.
Además de los párrafos dedicados al tema en la canónica
Historia del fútbol dirigida por Borocotó y en la nota de Panzeri
veinte años después, el tema aparece también en Scher
A. y Palomino H. "Fútbol pasión de multitudes y de elites",
CISEA, Bs. As., 1988.
4. Ver Historia del fútbol argentino, Ed. Eiffel
5. Esto sucedió el 13 de abril de 1931. Simultáneamente a la
marcha de los jugadores a la Casa de gobierno, existía el estado de
sitio y las cárceles contenían a varios presos políticos.
6. Nota de Dante Panzeri aparecida en La Opinión (23/5/1976), en la
que recoge vivencias del dirigente de Boca y la Asociación en 1931,
Luis Salessi, así como la del dirigente de los jugadores Hugo Setti.
7. La Vanguardia, 26/4/1931, p. 5
8. Ver Scher A y Palomino H, op. cit.
9. La decisión de recurrir a la mediación de Uriburu apareció
en el periódico socialista La Vanguardia del 14/4/1931 informando acerca
de la realización de la asamblea de jugadores y que "finalmente
resolviose enviar una nota al Presidente Provisorio Uriburu, a fin de que
interpusiera su influencia para obtener el levantamiento de las sanciones
y la reglamentación de los pases libres. En manifestación los
jugadores se dirigieron a la Casa Rosada. Una comisión se entrevistó
con el jefe del gobierno provisorio que se comprometió a allanar las
dificultades que existen entre jugadores y directivos".
10. Esta impresión puede desprenderse de las declaraciones del dirigente
Salessi, en La Opinión 23/3/76
11. Sobre el tema ver Lechner Norbert, Estado y política en América
Latina, Ed. Siglo XXI, México, 1986.
12. Hubo reuniones "secretas" de los dirigentes con el Intendente.
La Nación, 5/5/1931, p. 12.
13. Es el caso de las ayudas crediticias para la construcción de los
grandes estadios que en general datan de esa época.
14. Desde principios de siglo vinieron a Buenos Aires equipos profesionales
ingleses. En los comentarios acerca de los partidos que jugaron eran habituales
las críticas al juego desplegado por los futbolistas pagos por ser
demasiado rudos, por no brindar un espectáculo acorde a sus remuneraciones,
etc.
15. La Nación, mayo 1931.
16. El editorialista de La Vanguardia, a los pocos días de formada
la LAF, señalaba que la implantación del profesionalismo se
hacía sin consultar a los socios de los clubes. "Se trata de un
cambio fundamental en la estructura de las entidades. Se supone que se contraerán
compromisos que no tienen o no se han previsto estatutariamente, que quizá
ocasionen pérdidas de prerrogativas que han servido de base a la constitución
misma de las entidades que han sido el origen de su engrandecimiento. Y si
el negocio se hace en base al plantel de jugadores que se ha podido reunir
después de grandes luchas y sacrificios y no menos entusiasmo, justo
es ya que no se trata de mercancías, que las cosas se hagan también
con la intervención de los jugadores, que son también parte
del asunto, para ver si estarían dispuestos a aceptar la nueva situación
que se les crea con la implantación del profesionalismo". La Vanguardia,
26/4/1931, p. 5.
17. En 1934 se fusionan ambas entidades en la actual Asociación del
Fútbol Argentino (AFA). La creación de una nueva entidad no
cambió en nada la estructura de la liga iniciada en 1931.
18. Peucelle, Carlos op. cit., pp. 35/8. El pase de Peucelle costó
10.000 $, que recibió el jugador. El 30% del total los devolvió
el jugador a su club de origen -era los que el Sp. Bs. As. había pagado
por él un año antes- en una actitud de nobleza y lealtad personal.
El valor de Peucelle subió debido a que era requerido también
por Boca Juniors, que le ofrecía menos por el pase pero un sueldo mayor.
19. Por aquellos días las cárceles estaban habitadas por presos
políticos. La Vanguardia, 16/4/1931, p. 4
20. La Vanguardia, 26/4/1931, p. 5
21. Es el caso de Carlos Peucelle: El Sportivo Buenos Aires le había
pagado una prima de 3000 pesos por un año. Peucelle, Carlos, Fútbol
Todotiempo, Ed. Axioma, Bs. As, 1975.
22. Las formas y los contenidos que adquiere la calidad "talento"
son una construcción social e histórica. Por ejemplo, siguiendo
a Archetti A., la segunda mitad de la década del '20 marcó la
génesis del estilo de juego criollo, "la nuestra". Por lo
tanto, también determinó fuertemente el nacimiento del gusto
por determinada manera de jugar, y por lo tanto de lo considerado como condiciones
necesarias del talentoso.
23. Ver Frydenberg, J. "Prácticas y valores en el proceso de popularización
de la práctica del fútbol". En Revista Entrepasados, Nº
12, Bs. As., 1997.
24. Para profundizar en estos temas se pueden ver autores como: C. Geertz,
V. Turner, E. Archetti. Ch. Bronmberger, etc.
25. La Nación, 11/5/1931, p. 10
26. La Nación, 11/5/1931, p. 10
8-
Peronismo y fútbol.El triunfo sobre Inglaterra en 1953
Roberto Di Giano
(Argentina)
Lic. en Sociología
Trabajo presentado en el IIº
Encuentro de Deporte y Ciencias Sociales Facultad de Filosofía y Letras
- UBA
Organizado por el Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte - 6 de noviembre
de 1999
La irrupción
del peronismo en la escena política nacional a mediados de la década
del 40, representó, en muchos aspectos, una discontinuidad en la tradicional
concepción económica que habían impuesto los sectores
liberales-conservadores en la Argentina, quienes se habían afianzado
definitivamente en el poder a partir de 1880 luego de vencer, a cualquier
costo, las últimas resistencias a sus proyectos económicos y
culturales.
Los miembros de esta elite se las ingeniaron durante décadas para mantener
en sus manos el poder político (vía fraude electoral / intimidación
/ violencia / soborno), para ejercer más tarde fuertes presiones, cuando
lo consideraba necesario, a gobernantes que pudieran distorsionar, en algunos
frentes, sus grandes lineamientos en materia económica (así,
ocurrió cuando el radicalismo quiso afirmar algunas políticas
nacionalistas en determinadas áreas, fundamentalmente en la del petróleo),
o para recuperarlo a través de golpes cívico-militares cuando
ellos percibían que estaban amenazados sus intereses o de los capitalistas
extranjeros con quienes tenían firmes compromisos (como ocurrió
cuando derrocaron al gobierno radical en el año 1930 luego de soportar
que éste lo venciera en sucesivas oportunidades, en elecciones presidenciales
realizadas mediante la nueva ley de voto secreto y obligatorio, sancionada
en 1912).
El peronismo limitó, en buena medida, el tradicional peso que habían
tenido los sectores económicamente predominantes de la Argentina en
las tomas de decisiones fundamentales para el destino de la Nación,
siempre estrechamente vinculadas éstas a las expectativas e intereses
de los países dominantes a nivel mundial (y más concretamente
de Gran Bretaña). Además de enfrentar y reducir con relativo
éxito la tradicional influencia británica dentro de nuestro
país (para ello, entre otras cosas, se nacionalizaron muchas empresas
controladas por capital de ese origen), al gobierno peronista le tocó
lidiar con la creciente intromisión de los Estados Unidos, que impulsaba,
en estos tiempos, la construcción de un único mundo bajo su
liderazgo (es que había salido totalmente beneficiada de su participación
en la Segunda Guerra Mundial, ya que al no llevarse a cabo en su territorio
le permitió acumular un importante capital científico y tecnológico).
Debido a las variadas presiones recibidas y a diferentes circunstancias nacionales
e internacionales, el diseño de las políticas, tanto internas
como externas, durante el período peronista que va de 1946 a 1955,
sufrirían distintas reorientaciones, llegándose a aceptar momentáneamente
algunas propuestas defendidas históricamente por los sectores liberales-conservadores
de nuestro país. Pero más allá de la adopción
de algunas decisiones de carácter fundamentalmente estratégico
que contradijeron en parte la postura clásica defendida por el peronismo
de privilegiar ante todo los intereses nacionales, las autoridades peronistas
percibieron, en general, a las intromisiones del capital anglosajón
como un fuerte obstáculo para afirmar un desarrollo más autónomo
del país.
Así, el peronismo tuvo una fuerte proclividad a resaltar las actitudes
nacionalistas en todos los aspectos de la vida social y a favorecer una participación
más efectiva de los sectores populares (a quienes estaba dirigida primordialmente
la política del gobierno) en el quehacer nacional. Y esto quedó
reflejado, entre otras cosas, en la esfera deportiva donde además de
verificarse allí una mayor participación popular se lograron
una serie de éxitos que ayudaron a consolidar una imagen positiva del
deporte argentino tanto dentro de nuestra frontera como hacia fuera1 .
El objetivo de este trabajo es analizar, dentro de este contexto de revalorización
de la experiencia popular, cómo visualizaron los medios de comunicación
dedicados al deporte la actuación de la selección nacional de
fútbol cuando ésta venciera, a mediados del año 1953,
al rival histórico por excelencia dentro de la esfera deportiva: Inglaterra.
(Este partido victorioso fue considerado por el gobierno- quién promovió
la disputa- y por amplias franjas de la población, la gran revancha
de la derrota sufrida por nuestra selección en Wembley en el año
1950 y formó parte de los pocos encuentros de carácter internacional
que se disputaron bajo el marco del gobierno peronista. Para cumplimentar
con el objetivo explicitado anteriormente se tomarán como referentes
principales (aunque no exclusivos) dos importantes revistas de la época:
Mundo Deportivo, una publicación ya desaparecida, y El Gráfico,
que sigue teniendo aún vigencia en nuestros días. La elección
de estos medios gráficos tiene que ver con la posibilidad de cubrir
a priori una trama diferente de visiones, ya que uno de ellos –Mundo
Deportivo- tiene una fuerte impronta peronista (mas concretamente formaba
parte de una amplia gama de publicaciones que el gobierno utilizaba, entre
otras cosas, para defender sus realizaciones en diferentes campos), mientras
que el otro –El Gráfico- se presenta con un carácter mucho
más independiente del régimen peronista, lo que puede ser revelador
en cuanto a la expresión de un clima colectivo, en aquel momento histórico.
Las
miradas de las revistas Mundo Deportivo y El Gráfico
La revista
Mundo Deportivo, fundada en 1949 dentro del marco de la cadena oficial de
medios (y más concretamente del consorcio editorial Haynes2 , reivindica,
en el contexto del enfrentamiento de Argentina con Inglaterra, la especificidad
de nuestra cultura futbolística al subrayar el papel determinante que
cumplen en el desarrollo del juego la espontaneidad de los jugadores y el
despliegue de una variada gama de destrezas por parte de los mismos. Modalidad
ésta que Mundo Deportivo evaluaba como contrastante del sistema mecanizado
que sostienen como característica principal los ingleses, llevado a
cabo por deportistas de estructura física rígida.
De allí que esta cuestión quedara bien sintetizada, según
la publicación, cuando se realizaron las dos primeras conquistas del
peculiar encuentro disputado por la selección nacional y la inglesa
(era la primera vez que actuaba en nuestro país un seleccionado de
fútbol de ese origen). Específicamente la revista Mundo Deportivo
se refiere al gol convertido a través de un preciso golpe de cabeza
por el deportista inglés Taylor y al empate conseguido, de una manera
improvisada y bella, por el jugador argentino Ernesto Grillo:
"Una victoria cabal, justa, amplia, histórica, que podría
resumirse (...) en la fisonomía de los dos primeros goles: mecánica
fría pero oportuna y exacta, en los ingleses; inspiración casi
artística, agudeza de criterio, sublimación de la obra colectiva,
de los argentinos..." 21.5.1953
De esta manera esta victoria de los futbolistas locales sobre sus pares ingleses
vendría a demostrar la superioridad de una forma deportiva en donde
prima la imaginación y las picardías sobre otra mucho más
rutinaria basada fundamentalmente en el entrenamiento asiduo y la fortaleza
física. Es que Mundo Deportivo enfatiza el valor moral y estético
del fútbol desarrollado dentro de nuestra frontera que presenta características
muy disímiles al del mundo anglosajón:
"Ni el mejor estado atlético puede resistir sin inconvenientes
un trabajo exigido por las sutilezas criollas. Los movimientos de cuerpo de
los locales contrastaban con la escasa habilidad de las mullidas piernas de
los extranjeros (...) más sin ningún recurso para recomponerse
en cada ocasión de ser burlados..." 21.5.1953
En cuanto a la mirada de la revista de carácter "independiente",
El Gráfico, publicada por Editorial Atlántida a partir de 19193
, puede decirse que sigue en la misma línea argumental tejida por Mundo
Deportivo tal como queda visible cuando el semanario enumera una serie de
virtudes que según su criterio mostraron los integrantes del ataque
argentino en el encuentro disputado con Inglaterra, evaluado de manera emblemática
por la comunidad deportiva de nuestro país:
"... capacidad de ingenio creador, admirable manejo de la pelota,
dominio en el pase y suma destreza para eludir al rival..." 22.5.1953
Es decir que esta revista de antigua data alude a una serie de elementos que
remiten, concretamente, a una cultura estética surgida décadas
atrás dentro del marco de los sectores populares, y que actúan
eficazmente todavía, en los primeros años '50, como fuente de
identidad y cohesión para los mismos. (En un momento histórico
en que estos sectores, principales beneficiarios de la política distributiva
del Estado, pudieron disfrutar de un clima festivo amparados en la ideología
del peronismo que había ampliado considerablemente su lugar en la sociedad).
Los productores intelectuales de El Gráfico para resaltar, aún
más, las virtudes de los jugadores argentinos se remiten a lo que le
han comunicado los periodistas ingleses que vinieron a presenciar el partido:
(es que para muchos actores del ámbito deportivo argentino la visión
de los europeos se vuelve imprescindible para valorar nuestra propia identidad,
y por eso esperan de manera ansiosa la rápida confirmación de
los eruditos extranjeros):
"Colegas ingleses con los que hemos conversado (...) nos han expresado
su admiración por el juego criollo, tan pleno de sutilezas, y lo que
más admiraron fue la elasticidad y velocidad mental que permite a los
nuestros captar, concebir y hasta producir las para ellos más impensadas
variantes..." 22.5.1953
Es decir que se verifican muchas coincidencias entre la tradicional revista
El Gráfico y la properonista Mundo Deportivo4 en cuando a la forma
de evaluar la actuación de la selección nacional, que va mucho
más allá del mero triunfo deportivo. Es que está referido
a un modo específico de jugar que se lleva a cabo en la Argentina (construido
por los sectores populares en los primeros años de este siglo mientras
era fuertemente desvalorizado por las elites argentinas orientadas culturalmente
hacia Europa) y que esta victoria sobre Inglaterra, el rival al cual la mayoría
de los argentinos estaban interesados en superar en todos los aspectos, volvió
a poner en escena.
Apuntes
finales
Si bien
las revistas analizadas en este trabajo, presentaban, a priori, un grado diferente
de autonomía con respecto al régimen peronista ya que una de
ellas, Mundo Deportivo, apoyaba abiertamente al movimiento justicialista,
mientras que la otra, El Gráfico, aparecía como una publicación
con mas" independencia" del mismo, ambas compartieron las mismas
creencias y gustos en materia estrictamente futbolística. Es así,
entonces, que estas publicaciones -que jugaron un importante papel en aquel
momento histórico al ser protagonistas activas de la esfera deportiva-seleccionarían
una serie de elementos similares que se habían puesto en juego, según
el criterio de ambas en el partido que disputaron Argentina e Inglaterra.
Ellos formaban parte de una forma más amplia de percibir y evaluar
la realidad futbolística, que tendía, inexorablemente, a aumentar
la autoestima de los aficionados argentinos al exacerbar las cualidades de
nuestra práctica deportiva.
Es muy probable, además, que muchas de las descripciones realizadas
por estos influyentes medios de comunicación-reveladores, en muchos
aspectos, de un eufórico clima colectivo- quedaran asociadas, de alguna
manera, a la matriz cultural del peronismo que intentaba afirmar rasgos políticos,
económicos y sociales propios, conteniendo así, entonces, muchos
elementos de ruptura con respecto a las concepciones extranjerizantes fijadas
en años anteriores.
Notas:
1. Eugenia
Scarzanella describe la manera en que contribuyó el gobierno peronista
a la expansión del deporte: "...Corredores de automóviles,
maratonistas, boxeadores y futbolistas reciben condecoraciones y favores.
Se construyen nuevas canchas e instalaciones deportivas. Para los chicos se
distribuyen entradas gratis para los partidos y se organizan campeonatos especiales..."
(El ocio peronista: vacaciones y "turismo popular" en Argentina
(1943-1955) en Entrepasados Nro: 14, 1998).
2. Según la explicación brindada por Raanan Rein: "Esta
compañía, anteriormente propiedad de capitales anglo-norteamericanos,
se convirtió en manos de las autoridades en una herramienta para difundir
la ideología justicialista a diversos públicos específicos..."
(Peronismo, populismo y política: Argentina, 1943-1955, Edit. de Belgrano,
pág. 122 y 123).
3. Como explica Eduardo Archetti, para la época en estudio el muy influyente
semanario El Gráfico: "...era una verdadera revista de deportes
en la que el espacio dedicado al fútbol era muy importante. Sin embargo,
los otros deportes, como el automovilismo, el polo, la natación y el
boxeo, en los cuales los argentinos se destacaban internacionalmente, estaban
también bien cubiertos..." (Estilo y virtudes masculinos en El
Gráfico: la creación del imaginario del fútbol argentino,
en Desarrollo Económico Nro: 139, octubre-diciembre 1995).
4. Es interesante resaltar que ambas revistas, pese a responder a proyectos
diferentes, reprodujeron fotografías del presidente Perón en
varios de los números correspondientes al año 1953, distinguiéndose
Mundo Deportivo por ofrecer notas escritas por Carlos Aloé, puntal
de la publicación y a su vez gobernador de la provincia de Buenos Aires,
que habitualmente elogiaban el régimen peronista y a su líder.
Bibliografía
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Bs. As.
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Argentina, Bs. As.
· Raanan, Rein (1998) Peronismo, populismo y política: Argentina,
1943-1955, Editorial de Belgrano, Bs. As.
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política norteamericana en la Argentina: 1949-1955, Grupo Editor Latinoamericano,
Bs. As.
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· Sidicaro, Ricardo (1996) Juan Domingo Perón, Fondo de cultura
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